El martes pasado en la clase de yoga Eva, nuestra profesora, en el tiempo de relajación, nos leyó un cuento de Jorge Bucay que a todas nos gusto por el mensaje que nos da, sobre el poder que tenemos de hacer lo que nos propongamos, siempre que no haya alguien a nuestro lado, que piense que no somos capaces de hacerlo y por tanto nos diga que no lo vamos a conseguir. Este es el cuento…
LOS NIÑOS ESTABAN SOLOS
Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado de Marina, una joven de dieciocho años a la que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos a cambio de unos pocos pesos.
Desde que el padre había muerto, los tiempo eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo faltando cada vez que la abuela se enfermara o se ausentara de la cuidad. Cuando el novio de la jovencita llamó para invitarla a un paseo en su coche nuevo, Marina no dudó demasiado. Después de todo, los niños estaban durmiendo como cada tarde, y no se despertarían hasta las cinco. Apenas escuchó la bocina cogió el bolso y descolgó el teléfono. Tomó la precaución de cerrar la puerta del cuarto y se guardó la llave en el bolsillo. Ella no quería arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque después de todo tenía sólo seis años y en un descuido podía tropezar y lastimarse. Además, pensó, si eso sucediera, ¿cómo le explicaría a la madre que el niño no la había encontrado?
Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o en alguna de las luces de la sala, o tal vez una chispa del hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rápidamente alcanzó la escalera de madera que conducía a los dormitorios. La tos del bebé debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta lo despertó. Sin pensar, Pancho saltó de la cama y forcejeó con el picaporte para abrir la puerta pero no pudo. De todos modos, si lo hubiera conseguido, él y su hermano de meses hubieran sido devorados por las llamas en pocos minutos. Pancho gritó llamando a Marina, pero nadie le contestó su llamada de auxilio. Así que corrió al teléfono que había en el cuarto (él sabía como marcar el número de su mamá) pero no había línea. Pancho se dio cuenta que debía sacar a su hermanito de allí. Intentó abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos quitar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aún debía soltar la malla de alambre que sus padres habían instalado como protección.
Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de conversación de todos era el mismo: ¿Cómo pudo ese niño pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero?
¿Cómo pudo cargar al bebé en la mochila?
¿Cómo pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el árbol?
¿Cómo pudo salvar su vida y la de su hermano?
El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:
-Panchito estaba solo... No tenía a nadie que le dijera que no iba a poder.
Preciosa y conmovedora historia, se me formó un nudo en la garganta.
ResponderEliminarEl chiquillo de tan solo 6 añitos y ya un héroe...
cuando no tienes a nadie que te diga lo que tienes que hacer,sacas fuerzas de donde no hay.
Un beso
Una historia con un final feliz...pero muy cierto es que no había nadie que le dijera a panchito , tu "no puedes", o "tu no debes", o "tu no sabes", creencias que lamentablemente quedan grabadas en los niños de por vida.
ResponderEliminarGracias Luisa..(te cuento un secreto, estoy segura que Ángel de la Guarda también estuvo ahí,ayudándolos)
Abrazoss!!
Hola Cordobesa, efectivamente este cuento tiene una gran enseñanza. A veces con tanto decirle a los demás palabras negativas con buenas intenciones ,tales como: tu no puedes, no vas a ser capaz, dejálo, te vas a hacer daño.. lo que hacemos es minar la autoestima y la confianza del otro, en vez de ayudarle.
ResponderEliminarA este niño nadie le dijo que era capaz, y lo hizo.
Besos y buen finde
Extraordinario Cordobesa, me encantó. Un cuento que a pesar de lo trágico, nos lleva a hacernos una excelente reflexión.
ResponderEliminarEs verdad que a veces no hacemos las cosas porque tenemos a alguien al lado dudando de nuestras capacidades.
Mejor es estar solo en esos momentos que requieren nuestra osadía para lograr un objetivo.
Un beso.
Caray, ABU.
ResponderEliminarMe las hiciste pasar CANUTAS, hasta que llegue, al, FINAL FELIZ.
Eres la pera, sabes, según iba leyendo, iba pensando en mis preciosos nietos.
¿De donde sacaste ese relato?
La moraleja final esta bien, en las palabras del viejo jefe de bomberos, pero tiene tela ABU.
Saludos amiga, Cordobesa.
"Panchito estaba solo... No tenía a nadie que le dijera que no iba a poder".
Precioso cuento Luisa, tengo un libro de este autor argentino, Jorge Bucay y la verdad es que su forma de contar y transmitir enseñanzas a través de sus cuentos, es muy agradable. ¡Muchos besitos y buen finde!
ResponderEliminarPor miedo, por ecxeso de celo, por inseguridades, nos pasamos la vida transmitiendo esos temores a los niños.
ResponderEliminarLa primera yo, que conste...
Y con eso solo retrasamos el que aprendan a defenderse en las situaciones normales de la vida, y les enseñamos a ser inseguros...
Ser cauto es una cosa y ser "un cagueta" es otra... Y no te digo cuando son los nietos....
Enfin, veréis que la teoria me la sé.
Besitos
Buena enseñanza la de este relato, a veces los demás nos hacen ser incompetente, y nadie sabe como podemos reaccionar en un momento dado, como a este niño, nadie le dijo lo que tenia que hacer y confio en si mismo.
ResponderEliminarUn beso Luisa.
Locos? Locos es muy poco jajajaja
ResponderEliminarSaludos y un abrazo enorme.
Ese niño pequeño, pero esa alma grande, hizo uso de lo que tenia claro...
ResponderEliminarSacó a la luz el Esperítu de DIOS, su Yo superior...
Gracias.
Nadie sabemos de lo que somos capaces.
ResponderEliminarEn situaciones extremas nos damos cuenta de la fuerza que llevamos dentro.
Preciosa historia. Me ha conmovido.
Un besito
Me conozco bien las historias de Bucay...tengo sus libros, sus cuentos y a las espaldas.
ResponderEliminarNadie le dijo que no podría hacerlo...
Bucay escribió también el efecto contrario: aquel enorme elefante de circo que, después de cada actuación era atado por una de sus patas, con un simple cordel a un minúsculo poste...
Por qué no intentaba escapar? porque seguremnte de pequeñín, sí que lo hizo....sí que lo intentó...seguramente hasta la extenuación...y, vencido, dejó de hacerlo... creció y creció con el convencimiento de que ese postecillo era más fuerte que él.
Bucay tiene un cuento para cada situación... es genial.
Besos, primor.
En la sonrisa de un niño, está el cielo y la tierra...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo enorme.
qué bonito cuento de J. Bucay, donde la esperanza y el afán de sobrevivir superan al de la frustración y desesperanza, deberíamos aprender de él.
ResponderEliminarun abrazo, Luisa
Nunca sabemos de los que somos capaces, hasta que no nos vemos en una situación límite, sin tiempo para pensar, y sin nadie que nos diga que no lo vamos a conseguir. Eso fue lo que le paso a este chiquillo, y que cualquiera de nosotros nos podemos ver en ella. Sonrisa, Adriana, Elena, y Katy, un abrazo.
ResponderEliminarAbu...que no quería hacerte pasar un mal rato.
ResponderEliminarEste relato es uno de los muchos que utiliza Jorge Bucay (psiquiatra) de origen Argentino (Buenos Aires), para hacernos reflexionar, sobre situaciones y compartimientos.
Su biografía es muy interesante, he leído algo de el, y pensé en esta entrada por lo cierto que es que somos capaces de hacer cosas que ni sospechamos.
Tengo algunos más que quizás suba en otra ocasión.
Saluditos abu....
Nieves, este escritor tiene una buena colección de libros sobre, la autoayuda que son muy interesantes, tengo algunos de ellos que leí hace un tiempo, pero de cuando en cuando vuelvo a ojear, su forma de hacer reflexionar a través de cuentos o relatos, te hace ver las cosas de otra manera. Un besito guapa.
ResponderEliminarLuna eso de sobreproteger es mucho de nosotras las abuelas, no podemos remediar el estar siempre pendientes de la seguridad de los nietos.
ResponderEliminarA veces me doy cuenta de que no lo hago bien y rectifico, pero la intención primera es siempre de decirles, cuidado, eso no, que te vas a caer,
etc.etc.
Se que hay que dejarlos que se desenvuelvan por si solos (siempre vigilándolos), pero el solo pensar que les ocurra algo, me aterroriza.
Pronto crecerán y el miedo vendrá por otros motivo.
Un fuerte abrazo.
Tocaya, eso es lo principal, el confiar en uno mismo, de esa forma se consigue lo inalcanzable.
ResponderEliminarGracias por estar ahí, un beso.
Olga, bienvenida, gracias por pasar por mi espacio. Por supuesto que fue la ayuda de Dios, junto a su valentía, la que hizo que saliera de la situación peligrosa en que se encontró este niño. Ojalas este siempre Dios a nuestro lado para darnos esa valentía. Un abrazo
ResponderEliminarGala, a mi también me llego mucho este cuento, por eso pensé en compartirlo. Es todo un ejemplo de lo que podemos hacer si no tenemos quien nos desanime. Un abrazo.
ResponderEliminarAna, Jorge Bucay, tiene una forma muy atractiva de hacernos reflexionar nuestras aptitudes, por medio de sus cuentos. Tengo algunos de sus libros, entre ellos "Déjame que te cuente..." donde el primero de estos cuentos es "El elefante encadenado" que tu mencionas y que pensaba que no podía soltarse de esa estaca que le privaba de libertad. Todo el libro es muy interesante.
ResponderEliminarTambién he leído su colección de autoayuda,"El camino del encuentro, El camino de las lagrimas, El camino de la felicidad" etc. y que en algunos momentos ha sido para mi beneficiosa su lectura. Un abrazo amiga.
Ahora si, Hiparión. La sonrisa de un niño es lo mejor que hay, y supongo que este chiquillo sonreiría con satisfacción al ver que salvo su vida y la de su hermanita. Un abrazo.
ResponderEliminarMari Carmen, nunca se me ocurriría dejar a mis niños solos, y supongo que así piensa la mayoría de las personas. Si ocurren estas situaciones es por gente irresponsable, que también las hay.
ResponderEliminarDe todas formas esto es solo un cuento que Bucay, nos pone como ejemplo. Lo que hay que procurar es que ningún niño se vea en esta situación. Un abrazo guapa.
Hola Filo, me alegra verte por aquí.
ResponderEliminarSin duda deberíamos de aprender de este chiquillo, que no lo pensó dos veces y salvo su vida y la de su hermanita. Como nos dice el escritor, somos capaces de hacer cosas impensables, siempre que no escuchemos a quien nos infravalora. Un abrazo.
HOLA CORDOBESA!
ResponderEliminarCómo me llegan esas palabras del jefe de bomberos, parece que me las está diciendo a mí esta tarde amiga.
Tenés un regalo en mi blog!
ABRAZO!
Pasé a disfrutar de tu blog y encontré con esta hermosura, un saludo.
ResponderEliminarJosé luis